Hoy, en la Universidad de Pinar del Río «Hermanos Saíz Montes de Oca», vivimos un momento verdaderamente conmovedor y lleno de significado en conmemoración del Día del Educador.
Un encuentro que no solo resaltó la labor incansable de quienes dedican su vida a la enseñanza, sino que también nos recuerdó el impacto profundo que tienen en cada uno de nosotros.
Durante este emotivo acto, se entregaron la prestigiosa Frank País de primer y segundo grado y la Orden José Tey, un reconocimiento que enaltece la dedicación y el esfuerzo de aquellos que han dejado huella en el sector educativo cubano.
Celebramos a los educadores que, con más de diez años de servicio, han contribuido a forjar un futuro brillante para nuestras generaciones.
Un momento especial fue la entrega del Premio Gloria Guerra y Mechero, otorgado por la Asociación de Pedagogos de Cuba, así como el Premio Consagración al Magisterio, que reconoció la labor excepcional de dos profesores del Departamento de Extensión Universitaria.
Además, la Sección Sindical Especial honró a seis trabajadores de diversas facultades por su dedicación y compromiso. Cada uno de ellos es un pilar fundamental en nuestra comunidad educativa, y su esfuerzo no pasa desapercibido.
Y no podemos dejar de mencionar a la Dra. C. Martha Bonilla, a quien se le otorgó la categoría docente especial de Profesora Emérita. Su legado en la educación es un faro que ilumina el camino de muchos, y su pasión por enseñar es un ejemplo a seguir.
Hoy celebramos no solo a los educadores, sino a la esencia misma de la educación cubana, que se basa en el amor, el compromiso y la dedicación. Gracias a todos los que hacen posible que la luz del conocimiento brille en cada rincón de nuestra sociedad. Juntos, seguimos construyendo un futuro lleno de esperanza y oportunidades.