Por Edenia Abreu Hernández
Más de dos meses han pasado ya desde que el aislamiento físico se convirtió en una de las medidas preventivas más importante ante el azote del coronavirus SARVS-Cov2.
Sin duda alguna la nueva realidad en la que vivimos desde hace ya un tiempo no es lo normal y cotidiano para muchos, pero ¿tiene el coronavirus aspectos positivos?
Sí, claro que los tiene, como todo proceso o suceso en la vida. Sería bueno reflexionar sobre los beneficios, enseñanzas y experiencias que nos deja este complicado período.
Por estos días es común escuchar en los comentarios de las personas confinadas en casa las añoranzas de lo que era la vida cotidiana, los deseos por cumplir y las expectativas ante como se vivirá próximamente una vez pasada la situación pandémica.
Sin embargo, considero oportuno que algunos hábitos de higiene, a veces no tan comunes y perceptibles, como el lavado regular de las manos o el uso del ángulo interior del codo para taparnos la boca al toser o estornudar, pasaran a formar parte de nuestra cotidianidad.
Para algunos ha resultado favorable el teletrabajo y el trabajo a distancia, por lo que quizás, se podría evaluar más adelante la posibilidad de mantener esa opción laboral en algunos sectores.
Por otra parte, las medidas de restricción del transporte, el ahorro de energía en horarios pico y la distribución de varios productos a unidades comerciales dentro de las comunidades han sido sin dudas beneficios para no pocos.
Esta nueva manera de vivir nos ha dejado experiencias con respecto al aprovechamiento del tiempo y la planificación de las actividades a desarrollar a lo largo del día, el cuidado y atención a los adultos mayores y las distintas maneras para entretener y enseñar a los más pequeños de casa de forma que no haya que sacarlos a la calle innecesariamente.
De igual manera, estos tiempos han dado prioridad a una mayor producción y venta de determinados productos de primera necesidad, ha posibilitado el tan deseado descanso para aquellos que no podían tomarse un tiempo por el acelerado ritmo de la vida y han disminuido considerablemente las ilegalidades y acciones deshonestas de acaparamiento y reventa de ciertas mercancías.
Muchos hemos retomado conversaciones con viejos amigos; hemos aprendido a conocer mejor a los vecinos más cercanos; ha aflorado en la sociedad nuevas y necesarias conductas solidarias y responsables, como las de quienes se han implicado en las acciones de cuidado a las personas mayores que viven solas o se encuentran discapacitados.
De toda experiencia vivida se aprende algo y, sin lugar a dudas, la situación generada por la Covid-19 no será la excepción.
Aprovechemos entonces las vivencias para aprender nuevas formas de hacer y mejores maneras de ser; lo que de seguro nos ayudará en el camino de regreso a la añorada normalidad.
