Por Edenia Abreu Hernández
Por estos días la atención del pueblo más occidental de la Isla se centra en la vigilancia y monitoreo directo e integral a los contactos, sospechosos, casos positivos y, de manera general, a la situación inusual generada por la COVID- 19.
Sin dudas este ha sido un año diferente y cargado de situaciones complejas que quedarán en la memoria de no pocos para toda la vida. Agosto terminó, y con él, cerró el quinto mes de pandemia, en esta ocasión, con rebrote de la enfermedad en varios puntos de la geografía cubana.
Sin embargo, a pesar de los tiempos difíciles, Pinar del Río no olvida y se levanta este 10 de septiembre para conmemorar un aniversario más de la entrega al territorio del Título de Ciudad.
153 años es un buen número para recapitular, en tiempos de COVID, sobre la hospitalidad distintiva del pinareño, la misma que lleva a mucha de su gente a sumarse a las tareas de apoyo para combatir al nuevo coronavirus en la provincia, acciones que nos incitan a elogiar a este poblado que transita por una epidemia sin lamentar pacientes graves ni fallecidos.
153 razones y más llenan de orgullo a un pueblo reconocido como la tierra del mejor tabaco del mundo, admirado por la naturalidad, bondad, alegría y positividad de su gente y recordado por sus bromas y anécdotas peculiares.
153 memorias nos llevan hoy a celebrar lo vivido, lo aprendido, lo ganado. Quizás por ahora no se pueda festejar debidamente tan significativa fecha para los pinareños, pero sin dudas podemos utilizar los estridentes y nocturnos aplausos que aún no recesan para agradecer, para homenajear, para recordar.