Yirandy Martínez Tomás imparte clases como profesor instructor a tiempo parcial en el Centro Universitario Municipal de La Palma, el resto de su jornada, trabaja como subdirector del Centro Politécnico Jesús Suárez Social y, ahora, como mensajero voluntario en zonas rojas por contagiados de Covid-19.
Según asegura, por estos días de pandemia, ya perdió su nombre, «ahora me llaman: ‘mensajeroooo’.
«Aquí no descansamos, nos movemos entre la bodega, la casilla, la panadería…de 6 de la mañana hasta las 7 de la tarde, casi sin reposar.
«Así me he ganado el respeto de todos y tengo la experiencia que me quieren en el pueblo. Por eso, me satisface el agredecimiento que muestran las personas cuando terminan la cuarentena.
«Siempre mi compromiso con la Universidad es quedar bien y cumplir con todas las tareas que se me asignen.
Y en el ámbito personal, cómo lo lleva
«Vivo la labor de mensajería contento, me gusta lo que hago. Claro porque ahí se ve de todo: amistades nuevas, algún chiste para hacer reír a las personas…, pero de esta forma ayudo a los que me necesitan.
Yirandy tiene 40 años y 15 de graduado como informático en el Instituto Superior Pedagógico, esta es su primera vez como mensajero aunque, aclara, esta tarea la recordará siempre, porque «lo importante conociste en hacer un buen trabajo y así satisfacer a las personas que requieren mis servicios».