En 1981 Andrés Erasmo Ares Rojas llegó, con una veintena de años, a la Universidad de Pinar del Río “Hermanos Saíz Montes de Oca” (UPR), para estudiar Ingeniería Forestal. A partir de entonces, y por más de tres décadas en ella fue alumno, profesor, director de unidad docente, decano, vicerrector y rector.
Hoy, desde su puesto de trabajo en el Ministerio de Educación Superior de la República de Cuba, el Doctor en Ciencias mantiene inquebrantables y sin las vacilaciones de la mente, los recuerdos de su experiencia en la UPR porque, según dice, “mi vida estará siempre ligada a ella”.
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Durante medio siglo de existencia en Pinar del Río, la Universidad Hermanos Saíz Montes de Oca ha graduado a miles de profesionales, ¿cómo valora su incidencia en la formación educativa e investigativa de los expertos del territorio pinareño y nacional?
Su impacto es incuestionable y se aprecia en muchas aristas del desarrollo social, económico y político a nivel territorial, nacional y también con aportes internacionales.
Más del 70 por ciento de los profesionales de la provincia no se hubiesen formado sin la creación en 1972 de la Universidad pinareña, sin un pedagógico, sin una facultad de cultura física. De esta forma, contribuyó al desarrollo científico, a la capacitación y a la formación investigativa, aquí se formaron los primeros candidatos doctores de Vueltabajo.
La repercusión a nivel nacional la tuvo siempre, su expresión más fehaciente la constituyen los estudios de Geología y Minas e Ingeniería Forestal con la formación de especialistas de todas las provincias del país.
¿Qué distingue a la UPR del resto de las universidades del país?
El sentido de pertenencia de sus estudiantes, trabajadores y profesores, el espíritu de superación y la laboriosidad de sus educadores, el rigor de los procesos que se han llevado a cabo en ella, el saber hacer y la tradición de un claustro estable que le permite seguir con resultados significativos en diversas áreas.
Un profesor no se forma de un día para otro, sino con el empeño de muchos años, de ahí que los centros con mayores resultados son las de más longevos y ya la UPR alcanza una madurez, además de por su antigüedad, por la calidad y permanencia de su profesorado.
¿Cuánto ha cambiado la UPR desde que usted inició sus estudios en ella hasta la actualidad?
Ha estado, de forma continua, adaptándose al entorno, contextualizándose mediante la apertura de carreras según la necesidad de la provincia de formar especialistas en diversas ramas del conocimiento. Por ejemplo, con la apertura de Ingeniería Mecánica y Telecomunicaciones cuando se crearon la Fábrica de Piezas y Repuesto y la Empresa de Componentes Electrónicos, respectivamente.
Además, con la integración de los centros de educación superior del territorio se crea una institución mucho más completa con un Pedagógico “Rafael María de Mendive” de respeto y una Facultad de Cultura Física “Nancy Uranga” con reconociendo nacional, así, se responde de manera más coherente, a las necesidades de formación e investigación de la provincia.
¿Qué le aportó a nivel personal y profesional estudiar en la Universidad pinareña?
Me siento parte de ella. Ha sido todo mí, si separo la educación que recibí de mi familia y la del resto de los centros por los que transité antes de matricular en ella en 1981.
Desde hace 41 años, de forma directa o indirecta, he estado vinculado a la UPR, por ello, mi forma de expresión, tanto laboral y como personal, se debe a la manera como se ha expresado la Hermanos Saíz para con la sociedad. No creo que yo haga algo que no esté acorde a como actuaría la mayoría de su claustro.
¿Cómo imagina a la UPR dentro de otros 50 años? Retos
Una academia mucho más desarrollada, aun más integrada a la sociedad, que brinde respuestas al territorio y a la nación sin perder la vocación internacionalista.
Aunque, tiene varios retos, uno de los más importantes es mantener las virtudes que la ha caracterizado hasta este momento. Debe trabajar, sin descuidarse, por garantizar el relevo de su prestigioso claustro que en algunas ramas del conocimiento hemos tenido liderazgo a nivel nacional e internacional y, si no se garantiza el relevo con el tiempo necesario, no podrá asegurar el notorio futuro al que debe aspirar.
A la Universidad de Pinar del Río le deseo todos los éxitos del mundo, prosperidad y coherencia con el territorio en su integración con la realidad política, económica y social. La acompañaré hasta los últimos días de mi vida en los empeños que se proponga, porque estoy seguro que serán nobles y prometedores.