Por: Elizabeth Colombé Frías
A sus sesenta años Benito Bravo Echevarría cuenta que cuando enviudó, en el 2000, tenía dos niños pequeños por criar -Maidel de casi tres y Boris Luis rondaba los ocho- que él no llegaba a los 30 años y que por un tiempo, se supo perdido.
«El día que nació mi niño, mi padre me dijo: ‘Yo crío al muchacho’. ‘No,le respondí, porque los hijos son de los padres».
Entonces, supone que llegaron las paradojas como una prueba sólida de escenas que involucran en el impulso del azar, las secuencias inagotables del destino.
«Al fallecer mi esposa mi vida cambió radicalmente, fue traumático. Yo estaba muy alterado, un día busqué ayuda psicológica y me propuse ser más ecuánime, pensar más las cosas y así tratar de tomar mejores decisiones.
«¿Lo más difícil? Casi todo, imagínate, el varón llegó en 1990, comenzando el Periodo Especial y la hembra en el 97, todavía con la situación económica complicada. Más la convivencia y la rutina, tenía que planchar, lavar, cocinar… pero bueno, yo estuve becado desde muy joven y además, en mi casa, como eramos cinco hermanos varones, mi mamá repartió las tareas del hogar, eso me preparó para ser independiente, aunque no dejó de ser difícil para mí».
-Y también su trabajo
-Sí, el trabajo también demandaba mucho tiempo, soy licenciado en Geografía y era profesor en la Universidad de Ciencias Pedagógicas desde 1986.
-¿Qué es para usted la paternidad?
-Es un proceso que no termina, debes estar pendiente de cada detalle, de cada momento en la vida de los hijos, de su desarrollo personal, de su conducta y guiarlos por el camino del bien.
-¿Cómo ser un buen padre?
-Criando a los hijos con amor, entrega, con deseos y con ganas de vivir y de que ellos avancen, que logren estudiar, hacerse profesionales como es el caso: el varón estudió medicina y la hembra Música, de ella los abuelos maternos se hicieron cargo de su crianza y educación, por lo que les estoy muy agradecido; con el niño me quedé yo, aunque recibí el apoyo de la familia y los vecinos.
-Ahora también es abuelo
-Es una nueva fase pero espero enfrentarla con toda la responsabilidad que lleva. Mi nieto va a renovar mis ansias de seguir viviendo y ayudaré en todo lo que pueda para su crianza.
-¿Qué ha tratado de inculcarle a sus hijos?
-Sobretodo, buenos valores, que se lleven bien con sus amigos, con los vecinos, que traten de salir adelante en la vida y que logren, por ellos mismos, lo que se propongan. Siempre los he impulsado a ser independientes.
-Supongo que ellos también han incidido en usted
-Por supuesto, me han enseñado a ser mejor persona, a comportarme con serenidad, a ser más condescendiente y a esforzarme profesionalmente para que ellos se enorgullezcan de mí: me doctoré en Ciencias de la Educación y, desde hace siete años, soy investigador del Centro de Estudios de las Ciencias de la Educación en la Universidad de Pinar del Río.
-¿Qué lo satisface?
-Mis dos hijos, lo que ellos han logrado y lo principal, son personas de bien. El esfuerzo, los sacrificios y el empeño valieron la pena.