CAMPAÑA MUNDIAL EN SOLIDARIDAD CON VENEZUELA
Por: MsC. José Madera Medina. Profesor de Historia y Comunicador Cultural
“Los Estados Unidos, que parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miseria a nombre de la Libertad”. Así lo sentenció Simón Bolívar, El Libertador de América, en 1829.
Una sentencia que desde entonces se ha cumplido con obstinación. Y ahora, tras una hostilidad tan dura como un bloqueo inhumano contra Venezuela, la amenaza se agranda. Vuelve con la fuerza brutal del Big Stick, acompañando a un descarado pillaje.
Urge detener esta grave amenaza y derrotarla con el esfuerzo y la acción de todos. Más allá de las miles de firmas de solidaridad que estos días recorren el país y nuestras universidades en apoyo al hermano pueblo.
¡HAGAMOS UNA MURALLA EN SOLIDARIDAD CON VENEZUELA!
Ante el peligro de una inminente agresión armada imperialista, encabezada por el norte revuelto y brutal que nos desprecia —como región, como países, como pueblos—, sobre todo porque no nos doblegamos, con el mismo espíritu en defensa de Cuba, defendamos a Venezuela. Hoy, mañana y siempre. Defenderla es defender su Constitución, su proyecto social. Venezuela es hermana de Cuba y del mundo, y a los hermanos, por serlo y por humanidad, se les defiende.
¡HAGAMOS UNA MURALLA!
Por la Revolución Bolivariana de Venezuela y por su pueblo,
hagamos una muralla defensiva.
Una muralla que vaya desde la playa hasta el monte,
desde el monte hasta la playa.
Juntemos todas las manos:
los negros, sus manos negras;
los blancos, sus blancas manos.
Juntemos los corazones,
los amores y las pasiones
en defensa del amor.
No permitamos dolor,
ni tristezas, ni agresiones.
Convirtamos en fusiles
nuestros dulces corazones.
El momento actual nos llama.
La solidaridad lo exige.
Con ella, el triunfo es completo.
Trump, si quieres respeto,
primero respeta tú.
¿O es que te has creído
dios, rey, zar o hasta Babalú?
Monarcas quedan muy pocos,
y no sé por qué algunos aún perduran.
De zares nadie se acuerda,
solo los historiadores.
Tú no eres nada de eso,
sabemos bien lo que quieres.
Pero lo que tú prefieres
parece cosa de locos:
no es la paz que el mundo quiere,
ni lo que se necesita.
Trump, estáte tranquilo.
No te digo presidente,
porque eres un empresario
que busca dinero a diario,
sin importar cómo ni de qué forma.
Creemos que fuiste a la escuela,
quizás hasta fuiste un buen alumno,
pero eso no me conforma.
Si es así, yo me repugno.
¡Deja quieta a Venezuela!
Cultiva un rosal de paz
y regala flores al mundo.
Este es un clamor profundo
que exige la humanidad.
Si tú no te has vuelto loco
y aprendiste en la escuela,
¡deja tranquilos a los demás pueblos,
y en especial a Venezuela!
Excéntrico presidente,
si terminas tu gobierno,
este será de infortunio.
Deja quieta a Venezuela.
No esperes la luna llena,
ni la luna en plenilunio.
Hazlo ya en este febrero
y no esperes al de marzo.
Acuérdate del mes de abril,
el de Cuba y el de Venezuela,
que para ustedes no ha sido,
ni nunca será, primavera.
No esperes al mes de mayo,
ni a junio, ni al mes de julio.
Bin Laden —perdón, rectifico—,
Donald Trump.
Ya ves que yo rectifico.
Rectificar es de sabios,
y si se hace, no hay agravio.
Trump, si puedes, vete;
si no quieres, no te vayas.
Sé que te apoyarás en otros,
de tu corte y de tu laya.
No quiero mencionar nombres,
ellos son muy conocidos.
Solo digo: ¡solavayaaaaa!
De ello se encargará el Diablo
con su poder imperial.
Pero después no te quejes,
ya que no podrás salir
de la infranqueable muralla,
si es que logras entrar.
Porque estará construida
con fuertes y enlazadas manos,
negras, blancas y mulatas,
de la gente buena y humilde
que tu imperio no respeta.
Pero Trump, te lo exigimos:
¡deja a Venezuela quieta!,
con ella tú no te metas.
Porque no podrás entrar,
y si entras, no podrás
de la muralla salir.
Pues ella comienza en la playa,
allá por el horizonte,
y penetra en lo más profundo
del amazónico monte.
Tú podrás hasta reír,
pues del mundo tú te ríes,
pero nunca te confíes,
pues al final llorarás.
La historia ya te acusa,
y por ser juez, te juzgará.
Trump, ni con palos ni con zanahorias
podrás romper la muralla
que construiremos los pueblos,
juntando todas las manos,
desde la playa hasta el monte,
y desde el monte hasta la playa,
con manos negras y blancas,
amarillas y de mil colores.
Cultivaremos las flores
en el llano o en la loma,
en la playa o en el monte.
Construiremos la muralla,
una muralla que vaya
desde la playa hasta el monte,
desde el monte hasta la playa.
Ya allá, sobre el horizonte,
se divisan las palomas
que simbolizan la paz
y la gran victoria justa
que desde allí ya se asoma.
¡Hagamos una muralla!
Y de seguro la haremos
para que no pase el GIGANTE,
a quien le digo y repito:
¡SOLAVAYA!
¡¡SOLAVAYAAAAA!!
* Con permiso de Nicolás Guillén, nuestro venerado Poeta Nacional.
