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Efemérides

Luis Rodolfo Saíz y la memoria que habita en los objetos

Escrito por dcom

A veces, los nombres de los lugares no son solo nombres, sino ecos de historias que se agarran a las paredes y susurran al oído de los que pasan. La Universidad no es solo la Universidad, es la casa de Luis y de Sergio.

A veces, un nombre en una fachada deja de serlo. Se convierte en una ventana. Si uno se asoma a “Hermanos Saíz Montes de Oca”, puede sentir la corriente de aire de 1957. Un año que no termina de pasar.La memoria es un fantasma obstinado. Prefiere anidar en lo inesperado. En el cemento de una calle. En el asiento de un cine. En la página de un poema que se niega a envejecer.Hoy, esa ventana se abre para Luis Rodolfo. Cumpliría 87 años. Su hermano Sergio lo sigue de cerca en el recuerdo. Como en aquel agosto que los unió para siempre.

Por: MsC. José Madera Medina. Profesor de Historia y Comunicador Cultural.

La historia congela a los héroes en mármol. Pero sus vidas laten en los detalles. Luis nació en La Habana un 4 de noviembre de 1938. Pero fue San Juan y Martínez, la tierra roja, quien lo moldeó.A los 11 años, ingresó en el Instituto de Pinar del Río. Su inteligencia y su voz clara lo destacaron. Junto a Sergio, fue un orador incisivo. Un líder cuya convicción crecía al ritmo de su talento literario.La pluma fue su primera arma. A los 15 años, escribían poemas. El amor y la patria se entrelazaban. Escribía cuentos que reflejaban, sin piedad, la realidad de un país sometido.

La Universidad de La Habana lo esperaba. Derecho. Desde el primer día, fue delegado de la FEU. Se integró al Directorio Revolucionario. Enfrentó la tiranía con la palabra y la acción.El cierre de la Universidad en 1956 fue un regreso forzoso. Volvió a San Juan y Martínez. No para esconderse. Para sumergirse en la lucha clandestina. Se incorporó al Movimiento 26 de Julio.

Su ingenio y valor lo llevaron a ser Coordinador Municipal. Sergio, Responsable de Acción y Sabotaje. Juntos, en la intimidad peligrosa de la conspiración, conseguían dinamita. Tejían la resistencia desde el terruño.Una visita a Estados Unidos con sus padres les mostró un modo de vida. Lo rechazaron con la fuerza de sus ideas. Su mundo no estaba allí. Su mundo era Cuba. Y por ella lo darían todo.El 13 de agosto de 1957, frente al cine de su pueblo, la promesa se quebró. Luis Rodolfo y Sergio cayeron asesinados. 18 y 17 años. La historia dice que Luis murió defendiendo a su hermano, ya herido.

Caían como vivieron: juntos. Su muerte no es un punto final. Es un paréntesis que permanece abierto.Como en una premonición, el poema “Cuba 1957” de Sergio los retrata: “cuerpos que yacen dormidos / abrazados al cemento de una calle y una estrella”.Aquel día, iban a celebrar el cumpleaños de Fidel Castro. En lugar de fiesta, hubo duelo. Los mataron. Pero no pudieron matar sus ideas.“Las ideas no se mueren”. Es cierto.Su legado no habita solo en el nombre de esta universidad. O en el monumento. Habita, con más fuerza, en la obra educativa de esta casa de altos estudios. En cada joven que levanta la bandera del conocimiento.

A 87 años de su nacimiento, Luis Rodolfo no es una fotografía. Es la ventana que sigue abierta. Nos invita a asomarnos a un tiempo donde el coraje y la poesía se dieron la mano.Donde la muerte no pudo con el abrazo de dos hermanos a una estrella.

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