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Las anécdotas de Ricardo Abreu y un café para celebrar 50 años de excelencia

Escrito por dcom

Por Edenia Abreu Hernández

Conversó conmigo como si fuera una de sus queridas nietas y casi como amigos entrañables de toda una vida pero su historia, la grandeza de sus vivencias y todo lo que necesita contar no caben en una tarde de café y anécdotas.

Se necesitan años para estudiar la historia detrás de Ricardo Abreu Espinoza y la fundación de los estudios de Educación Superior en nuestra provincia. Se necesita escuchar mucho para lograr comprender cómo de un pequeño grupo de adolescentes que fueron enviados a alfabetizar en la Sierra Maestra, nacieron tantas instituciones que aún los pinareños gozamos de tener, entre ellas, la Universidad de Pinar del Río, que cumple hoy 50 años de fundada.

Por eso fui a su encuentro, para conocer como llegó el ingeniero agrónomo Ricardo Abreu Espinoza a ser, con tan solo 25 años, el Primer Rector de la universidad pinareña y el impulsor de los estudios superiores en una provincia donde casi no había nada.

Ricardo, un joven humilde con ansias de ser médico, cumplió con su deber como militante de la Unión de Jóvenes Comunistas, con el llamado a la alfabetización, más tarde, con el ingreso al Instituto Superior de Marina Mercante y Puertos y finalmente, fue llamado a ingresar en la unidad militar utilizada como Centro de Estudios Dirigidos de Ciencias Agropecuarias, dónde se formó como agrónomo a la par del trabajo en las zafras de la época.

Así comenzó a fundar, como coordinador junto a un grupo de compañeros, las unidades docentes en varias provincias del centro del país. Jóvenes e incrédulos comenzaron a formar académicamente a un grupo de trabajadores, sin dejar a un lado su propia formación. Una vez de vuelta en Pinar Del Río y con el acompañamiento de estudiantes y profesores de varias universidades del país, comenzaron a formarse y vincularse nuevos estudiantes en sedes que se fundaron en un inicio, con los estudios de geología y minas en el municipio Minas de Matahambre. Cursos técnicos, cursos dirigidos y formación de especialidades, incluida la medicina, fueron el inicio de la universalización de la Educación Superior en la provincia.

Luego del complejo proceso nació la Sede Universitaria que más adelante pasó a ser Centro Universitario y finalmente la Universidad de Pinar del Río que conocemos hoy. El esfuerzo de aquel joven estuvo al frente de nuestra Casa de Altos Estudios durante casi 10 años en los que construyó, incluso con sus propias manos, los edificios docentes y de residencia, inauguró monumentos, creó espacios de socialización histórica y forjó varias generaciones que me atrevo a decir, luego de conocerlo, jamás lo olvidarán.

«Al llamado de la juventud y del partido nunca dije ni diré que no, por eso estuve allí en cada momento en que solicitaron mi presencia. De esa misma manera puedo asegurar que cada Rector que me ha sucedido ha cumplido muy bien su encargo social, ha mantenido los logros iniciales y ha impulsado a la Universidad en nuevos procesos vinculados sobre todo a la aplicabilidad de los avances de la ciencia, la técnica y la innovación».

El nivel de compromiso que aún muestra el primer rector de la casa grande y el amor con que habla de cada unos de sus compañeros de la época y de cada espacio que forma parte de la universidad pinareña, es inspirador.

El reto que asumió dirigiendo procesos nuevos en tiempos aún convulsos y la experiencia envidiable que acumula a sus ya más de 70 años, son un motivo también para celebrar los 50 años de ese proyecto inicial que comenzó en Pinar del Río un hombre que aunque ya bajito, es grande y lo será por siempre.

Felicidades entonces a Ricardo Abreu Espinoza, a la Universidad de Pinar del Río y a todos los que de una forma u otra han formado parte de los 50 años de la casa verde, la casa superior de los pinareños, la Casa de Altos Estudios, la casa de los Hermanos Saíz y hoy también mi casa.

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