Entrevista al Dr.C. Mario Luis Gómez Ivizate, Vicerrector Primero de la Universidad de Pinar del Río, quien desde incios de la pandemia en Pinar del Río ha estado al frente del Hospital de Campaña de la Sede Rafael María de Mendive
Por Elizabeth Colombé Frías
Foto Pablo Torres Rodríguez
La sinergia en la Sede Mendive parece sincronizada como variables de una ecuación aritmética. Todos saben cómo, cuándo, qué deben hacer y hacia qué lugar dirigirse.
Mario Luis Gómez Ivizate, Licenciado en Matemáticas, dirige por convicción los términos, coeficientes e incógnitas en el Hospital de Campaña para pacientes, contactos y posibles portadores del virus Covid-19.
Primero por su inexperiencia ante situaciones de control de epidemias y, segundo, por la premura para organizar y administrar una extensión hospitalaria.
El profesor comenzó su andadura por el magisterio en el Cuarto Contingente Pedagógico Manuel Ascunce Domenech allá por los setenta del siglo pasado.
A partir de los ochenta, ya como docente, cambió tres veces de centro de trabajo sin moverse de edificio: empezó en el Instituto Superior Pedagógico «Rafael María de Mendive», después a la Universidad de Ciencias Pedagógicas «Rafael María de Mendive» y por último a la Sede Pedagógica Rafael María de Mendive de la Universidad de Pinar del Río «Hermanos Saíz Montes de Oca» (UPR).
Hoy, como los últimos nueve meses, el Vicerrector Primero de la UPR, continúa interconectado a la Mendive de sus inicios, desde el Hospital de Campaña, intenta, como en un teorema pitagórico, hacer coincidir los recursos, la cantidad de voluntarios y trabajadores y la calidad de los servicios de forma funcional.
«Al principio no sabíamos mucho porque no nos habíamos enfrentado a una situación como esta- destaca- pero con el apoyo y el asesoramiento del Ministerio de Salud Pública desde La Habana nos fueron dando ideas de cómo organizar un Centro de Aislamiento para Viajeros y después el actual Hospital de Campaña con los protocolos establecidos».
«Poco a poco acoplamos en todo el sistema a las personas de la cocina-comedor, los trabajadores del puesto de dirección, la Residencia Estudiantil, los custodios para la vigilancia del área, los oficiales del Ministerio del Interior y representantes del Gobierno, Salud pública, Higiene y Epidemiología”.
El Hospital de Campaña tiene una capacidad de 130 camas y desde marzo han salido más de 50 casos positivos a la COVID-19, ¿qué función realizan los trabajadores de la UPR en la instalación?
Nuetro trabajo consiste en verificar el sistema de alimentación. Realizar la limpieza y desinfección de los locales. Proveer de sábanas, ropas limpias y el mantenimiento de las redes eléctricas, hidráulicas y sanitarias. Velar y controlar por la calidad de los servicios.
Y también, por supuesto, de la atención a los pacientes porque con un gesto o el buen trato también se ayuda. No tenemos implicación dentro del Hospital, nos encargamos del sistema de apoyo para que todo funciones bien. Resulta bastante arduo pero como trabajamos bastantes personas se hace maleable.
¿Y los recursos?
Siempre hay un déficit de recursos pero con la acción conjunta del Gobierno, el Partido… vamos paleando la situación y brindamos, bajo esas circunstancias, el mejor servicio posible.
Las carencias existen pero se resuelven con el deseo y la cooperación de todos. No han faltado los alimentos, ni el agua y ante cualquier eventualidad siempre hay repuesta para solucionarlo.
¿Qué le ha resultado más difícil?
Allí todas las tareas son difíciles. De la cocina al Centro hay casi ciento cincuenta metros y en todas las condiciones nunca se ha paralizado la prestación de servicios.
También resulta complicado cuando tienes que decirle a una persona que entre a la Zona Roja a arreglar un tomacorriente, lo expones al contagio. Entonces tienes que hablar con ellos y le explicas la necesidad de su labor. Es gratificante, siempre hay una respuesta positiva.
¿Qué importancia le concede a su trabajo?
Es difícil hablar de uno mismo. Es una faena como otra cualquiera. La asumo con mucha responsabilidad. Sabemos que de la calidad del servicio depende el criterio de pacientes y médicos sobre la Universidad.
Trabajamos para que un día recuerden con ternura y gratitud la labor de los profesores y estudiantes que los atendieron para hacer de su estancia más pasible.
Las noticias sobre el coronavirus parecen que siempre van acompañadas de un halo apocalíptico. Sin embargo, ¿qué de positivo saca de esta etapa?
Como hemos sido capaces de enfrentar esta situación, a partir del reto que nos ha impuesto la pandemia y, sobre todo, lo más loable es la respuesta de toda la comunidad universitaria ante esta situación, sobre todo la participación de más de cien voluntarios de la UPR.
Todos, con el apoyo de la familia y los empleados, velamos por un objetivo: lograr salir de esta situación con las menores afectaciones posibles.
¿Con qué experiencia se queda?
Me quedo con la cohesión de todos los implicados. Como dijo Fidel: ‘con la unidad vencemos’.
¿Cuál ha sido su principal reto?
Organizar todo el grupo y mantenerme dedicado a esta labor.
La presión en la labor realizada, ¿existe?
Sí, siempre existe.
Está la presión de los pacientes y la de las autoridades que velan nuestro desempeño, aunque se sobrelleva porque se hace de conjunto y como ya estamos preparados, sabemos cómo actuar ante cualquier contingencia. Ahora es para adelante y no mirar para atrás.