Por MS.c Luis Pérez González, miembro de la UNEAC
Vuelve el tercer mes del año a motivarme para escribir en este espacio concebido para la comunicación intra y extrauniversitaria. La razón no es otra que una celebración que ya ha devenido tradición cada 14 de marzo: me refiero al DÍA DE LA PRENSA CUBANA.
La fecha honra el nacimiento del periódico Patria, fundado por José Martí como “un soldado de la libertad” y magnífico ejemplo de su periodismo visto como “palabra y pluma ardiente”. Su notable desempeño como periodista está marcado por ese sentido inconfundible de la eticidad, en el que la defensa de la verdad se levanta como desafío a toda costa.
Las dos funciones primordiales del ejercicio periodístico son precisamente “informar” y “formar”, lo que explica con creces el lugar destacado que ocupa el periodista como formador o educador de conciencias. Sabe, como ningún otro profesional, domeñar el idioma y moldearlo para conseguir sus propósitos, para persuadir o convencer a sus receptores hasta el punto de lograr que comparta sus criterios, enfoques y puntos de vista, claro, todo dentro del respeto a la objetividad. Por eso decimos que con sus manos y talento se maneja la función fática del lenguaje de manera admirable, es decir, se alcanza ese “enganche” o acercamiento que en el mejor sentido de la palabra se traduce en complicidad.
Pero es más: todo buen periodista es “una hacedor de cultura”, que debe incursionar con todas las herramientas necesarias y así entrar en el camino de la crítica, la que sin intenciones malsanas permite fijarse en “las manchas” de la sociedad como manera de perfeccionamiento. En Cuba, incuestionablemente, la prensa constituye un medio “por” y “para” el pueblo.
En los días de entrega total a los preparativos de la continuidad de la lucha por la independencia de Cuba, aparece “Patria”, periódico al que nuestro Héroe nacional consagró sus mejores energías, reseñando en sus páginas el clima de seguimiento a sus ideas de libertad y, sobre todo, el carácter francamente americano de la guerra de independencia de la Isla.
El magisterio martiano en este tema, como en tantos otros, es incuestionable; y sobre todo por ser tan coherente con su principio de “la utilidad de la virtud”, junto a esa profunda vocación de servir tan esencial en cualquier tiempo pero que en los actuales se redimensiona como una bien definida actitud ante la vida. Por cierto, la mejor que se puede sustentar, la que nos engrandece, desde la humildad, como seres humanos.
El verbo encendido “como látigo con cascabel” se nos presenta cual necesaria prédica para asumir el periodismo hoy. Un periodismo que se asuma como sacerdocio de entrega y consagración.
Llegue entonces a todos los profesionales de la prensa, en especial, al equipo de ellos que laboran en nuestra universidad, el mensaje de respeto y admiración del que se han hecho acreedores.
Los soportes más tradicionales, las nuevas tecnologías y las redes sociales, junto a los famosos blogs, han abierto y diversificado las posibilidades de interacción, pero el concepto seguirá siendo uno, el mismo, sabedores de que:
“La prensa no es aprobación bondadosa ni ira insultante, es proposición, estudio, examen y consejo”.