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Diferencias entre Lengua Oral y Escrita (+Infografía)

Escrito por dcom

Por MSc. Luis Pérez González, miembro de la UNEAC

Se podría argüir que el tratamiento de estos dos planos de la lengua por separado nos llevaría a un riesgoso maniqueísmo, cuando la cotidianidad nos muestra permanentemente que la diversidad en las situaciones comunicativas o la heterogeneidad contextual nos los presenta en necesaria ligazón.

Unos contextos nos piden a gritos la oralidad y otros reclaman la escritura: mucho tendrá que ver en ello la mayor o menor formalidad de la ocasión, y dislocar esta correlación trae serias consecuencias para lograr la eficiencia en la comunicación.

Y si bien de lo anterior hay margen para poco cuestionamiento, el otro error gravísimo sería intentar “escribir como se habla” o “hablar como se escribe”. Son, definitivamente, códigos bien diferentes.

Salta a la vista que la espontaneidad que caracteriza a la lengua oral se enfrenta a la mayor elaboración que se consigue en la escrita. No puede suceder de otra manera, pues pensemos que en la segunda queda la marca, la huella indeleble, lo que explica ese afán de revisión y corrección que hasta en el caso de los escritores llamados profesionales, que tienen un oficio ya establecido, se percibe, a veces devenida obsesión.

Recuérdese en tal sentido la confesión hecha por Ernest Hemingway, en la que pondera sin sonrojos de ninguna índole ese proceder como una virtud.

Entendamos entonces que la perdurabilidad se torna parámetro y, a la vez, argumento más que convincente para explicarnos el carácter efímero del discurso oral versus la durabilidad y el especial cuidado que debemos mantener cuando sobre el papel, o cualquier otro soporte, se plasma el mensaje.

Lo anterior no nos puede conducir a la actitud anárquica cuando hablamos, porque hay normas, claro que sí, pero domina una flexibilidad superior. Sobre todo en el empleo del léxico se debe atender la diferenciación entre ambos planos. El principio de la selectividad del hablante es determinante.

La lengua oral se ve signada por una mayor economía de recursos, gracias a los elementos extralíngüísticos que pueden intervenir, tales como la expresión del rostro, la gestualidad y el movimiento corporal, que pueden completar y matizar lo que se quiere trasmitir. Son como apoyaturas que a veces calzan lo dicho a modo de feliz enriquecimiento.

Resulta obvio afirmar que estas “muletas” no poseen cabida en la escritura. Sin embargo, esta última admite como ventaja la de ejercer un papel más relevante como medio de acumulación de la información cultural. “A una… otra”, se diría en el argot más popular.

El problema de la primacía y precedencia de la lengua oral sobre la escrita se introduce a cada paso cuando tratamos estos tópicos y es algo que nos obliga a distinguir dos puntos de vista: el diacrónico, es decir, el que concibe la evolución de la lengua a través del tiempo, o sea, su devenir histórico; y el sincrónico, en el que nos detenemos como si le hiciéramos un corte transversal al idioma en un momento dado.

Si atendemos al primero la precedencia se manifiesta en el hecho de que surge primero, en los orígenes mismos de la humanidad, y tomando en cuenta el segundo, constituye una verdad de Perogrullo aseverar que hablamos mucho más de lo que escribimos.

Cuando se olvida lo anterior se producen fallas en lo procedimental que hipotecan o comprometen fatalmente los objetivos propuestos. Eso ocurre en el ámbito pedagógico con alguna frecuencia y entonces se resiente la cientificidad de la enseñanza.

La escuela cubana no ha estado exenta de este dilema y, en particular, la didáctica del Español y la Literatura.

El factor tiempo en la implementación de los programas docentes, a mi modo de ver, ha sido el principal estorbo. La clase de Lengua Materna no puede relegar a segundo orden las actividades orales.

Una única idea aplastaría a cualquier escéptico: las denominadas faltas de ortografía se heredan o derivan la mayor parte de las veces, de la oralidad, o dicho de otro modo más concreto: si no pronuncio bien una palabra, será muy lógico que la escriba mal.

Interesante, ¿verdad?  Seguiremos con más.

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