Por India Alejandra González Molina, estudiante de 3er año de Licenciatura de Gestión Sociocultural para el Desarrollo, Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades.
Fotos: tomadas del perfil Decana Fcsh
El sentido del deber es una de las mejores razones para hacer por otros y en ese intento, también por nosotros.
La COVID-19 y lo que con ella viene así lo han demostrado, pues en momentos en los que dar una mano puede hacer diferencia entre vida y muerte, quienes corren el riesgo de saltarse esas distancias por ayudar, merecen el crédito correspondiente.
Se habla del personal de salud y su heroico papel en este período que ya cuenta más de 12 meses, y de los que han cambiado incluso su profesión por la posibilidad de realizar tareas y asumir responsabilidades que antes se pensaban improbables.
Los jóvenes cubanos, los universitarios, durante este tiempo no han hecho más que dar el paso el frente, incluso cuando eso los lleva tan cerca del riesgo como lo es estar en zona roja.
Adelaine Ferrer Pérez y Ernán Cruz Fuentes son estudiantes de primer año de la carrera Licenciatura en Derecho, de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Pinar del Río “Hermanos Saíz Montes de Oca”, y juntos fueron a trabajar en la Zona Roja del Hospital de Campaña que se encuentra en la sede Saíz.
Ambos refieren que contaron con el apoyo de sus familiares, no sin la constante preocupación por su cuidado y protección, lo que se garantiza desde el primer momento en estos centros por el estricto cumplimiento de los protocolos higiénicos sanitarios establecidos.
Las motivaciones que los llevaron a asumir esta responsabilidad fueron el sentirlo como un compromiso para con sus semejantes, la oportunidad de hacer un poco más y con su esfuerzo ayudar a lo que tanto ha hecho Cuba en todo este tiempo para preservar la salud de cada ciudadano.
Afirman que la acogida por parte de los médicos, directivos, personal auxiliar e incluso los pacientes fue excelente, lo que sin dudas contribuyó a que se llevaran importantes lecciones de esta experiencia que califican según Ernán como “inolvidable” y Adelaine utiliza las palabras “buena y bonita” para su vida tanto personal como profesional, en especial por lo que aprendieron sobre la convivencia y la solidaridad.
Estos jóvenes cumplieron con lo que ya han hecho decenas antes que ellos, pero sus nombres, su trabajo no deja de merecer reconocimiento pues a cada valiente que llegue dispuesto a socorrer sea cual sea su posición en la batalla no se puede más que estar agradecido, incluso si es con acciones que ya se han vuelto “cotidianas”.