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Comentario Efemérides

De cara a un nuevo 19 de mayo

Escrito por dcom

Por MSc.  Luis Pérez González, Miembro de la UNEAC

Me ocurre todos los años ante la proximidad de esta fecha y lo siento casi como una obligación ética. Cada aniversario de la caída en combate de nuestro José Martí deviene motivación para que escriba unas cuantas ideas que no nos dejen olvidar nunca la pujanza de su ideario, así como su incuestionable vigencia.

Es que una interrogante a cada momento nos mueve el pensamiento: ¿Qué significa Martí para los cubanos? Significa ante todo la idea del bien que él describió. Es la personificación misma de ese bien, que se traduce en virtud y decoro, que se manifiesta en un sentido moral de la vida humana, que se inspira por todo el orbe, y lejos de envejecer, se renueva permanentemente.

Y más allá de Cuba, ¿qué recibió de él el mundo? Pues un ejemplo excepcional de creador y humanista, con una exquisita sensibilidad, en la cual se ponderan con total naturalidad la inquebrantable voluntad de servir y ese inigualable altruismo, para tender la mano y evidenciar su solidaridad.

Bastarían entonces estos argumentos para persuadir al más escéptico no solo de su eterna modernidad, sino también de ese concepto abarcador de universalidad, que lo llevó a sentenciar “Patria es humanidad”, razón por la que se ha extendido el merecido epíteto de “el más universal de todos los cubanos”.

Pero si profundizamos en sus doctrinas, como nos lo ha demostrado el propio Fidel, la voz martiana, siempre pletórica de un carácter vislumbrador o anticipador, se alza para enarbolar las banderas de un equilibrio del mundo aún vacilante, asignatura pendiente para la contemporaneidad.

Él es, indiscutiblemente, el Apóstol de nuestras gestas independentistas. Él es, con derecho sobrado, nuestro Héroe Nacional, paradigma de ese intelectual orgánico en el que ideas y acción se dan la mano, porque “hacer es la mejor manera de «decir»”.

Somos un pueblo martiano, sí, somos herederos de su legado, sí, ya que el mayor monumento a su memoria es haber sabido instruir y defender esa trinchera que es la Revolución “con todos y para el bien de todos”, para que nadie pueda caer “con esa fuerza más” sobre los pueblos de América y del mundo.

Como si no bastara todo lo anterior, se trata de un preclaro artista que actuó tomando como basamento el apotegma que aprendimos desde pequeños de memoria: “Ser cultos es el único modo de ser libres”. Al decir de Cintio Vitier, Martí es “un misterio que nos acompaña”, pero en tal afirmación la imagen poética se desdobla con total transparencia en un cubano de los imprescindibles, que apostó decididamente por su concepto de la “guerra necesaria”, y que, junto a la dureza y virilidad de su radical antimperialismo, marcaba pautas de delicadeza e infinita ternura.

Quizás sean estos versos el testimonio más fiel y original de ello:

Mi verso es como un puñal

Que por el puño echa flor

Mi verso es un surtidor

que da un agua de coral.

Mi verso al valiente agrada

Mi verso breve y sincero

Es del vigor del acero

Con que se funde la espada.

Razones hay muchas para evocar hoy más que nunca aquellas inolvidables palabras: “Parecía que el Apóstol iba a morir en el año de su centenario, que su memoria se extinguiría para siempre; pero vive, no ha muerto…”, y está presente porque seguimos sus doctrinas. “La Patria os contempla orgullosa” y optaremos cada día contra el yugo, por la estrella, esa misma que nos hace soberanos.

Como afirmara el destacado teólogo brasileño Frei Betto: “El pensamiento martiano es el sustentáculo de la historia de Cuba; es, prácticamente, la encarnación de la cubanidad”. Por eso es la brújula de nuestro proyecto social. No perderemos jamás el rumbo.

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