Entrevista a Mario Luis Vera Madera, estudiante universitario amante de la música, el baile y el magisterio, quien en tiempos pandemia optó por la cooperación como arma de combate
Por Edenia Abreu Hernández
Mario Luis Vera Madera es uno de esos jóvenes héroes con que contó la Universidad de Pinar del Río (UPR) “Hermanos Saíz Montes de Oca” en los tiempos difíciles y diferentes que se vivieron a causa de la expansión en la Isla de la Covid-19.
Encargado de la entrega de medicamentos a personas vulnerables y ancianos, este joven de tan solo 21 años, ayudó desde inicios de la pandemia a varias familias necesitadas del Consejo Popular Celso Maragoto, del municipio cabecera Pinar del Río.
“Fui contactado por WhatsApp por Adriel Chávez, quien es el presidente de la FEU de mi Facultad y me propuso participar online en un grupo llamado Destacamento Juvenil. Una vez dentro, me comentaron sobre las acciones que hacían para enfrentar la pandemia y me pidieron unirme a ellas. Yo no lo dudé. Enseguida me acoplé, participé en el abanderamiento con el resto de los muchachos y comencé a trabajar.”
Este joven, estudiante de segundo año de la carrera Licenciatura en Educación Biología, se encargó de atender a 14 casos distribuidos en seis consejos de defensa de la revolución (CDR) del Reparto.
“Mi función era repartir medicamentos a personas enfermas y vulnerables. Salía bien temprano en la mañana, pasaba por las casas y recogía las recetas y tarjetones. Compraba en las farmacias y, en la tarde, volvía a los domicilios a entregarles los medicamentos. En ocasiones terminaba a las 6 o 7 de la tarde, todo era en dependencia de la cantidad que debía comprar y repartir.”
Mientras conversaba con Mario, este recordaba entre sonrisas algunas experiencias vividas mientras cumplía con sus funciones como parte del destacamento de la Facultad de Educación Media de enfrenamiento a la Covid-19.
“Una vez estando en una farmacia en espera de comprar los medicamentos, el administrador y una oficial de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), al ver mi carnet identificativo de estudiante en enfrentamiento de la Covid 19, me pidieron ayuda para organizar la cantidad de personas que habían reunidas allí. Yo ni sabía bien cómo actuar ante tanta multitud fuera de sí. Pero una vez que te pones en otra piel, comprendes el esfuerzo que conlleva cada profesión”.
Al preguntarle cómo se sentía él y su familia con respecto al trabajo realizado, Mario rápidamente comentó sobre la nobleza del gesto de cada persona que ha dedicado su tiempo y esfuerzo en cooperar en la batalla que aún no termina.
“Fue un trabajo muy bonito y a la vez agotador, pero siempre que hablo de ello me enorgullezco al recordar que una de las familias a las que ayudé, y que siempre fueron muy agradecidos conmigo, fueron un padre y su hijo, ambos enfermos de Leucemia.
De mi familia qué te puedo decir, mi mamá es enfermera y colaboradora internacionalista, así que imagina el orgullo y la alegría de saber que yo estaba cooperando en la lucha contra una pandemia, aunque su miedo por el cuidado mi salud nunca desapareció”.
A sus compañeros de estudio y a los jóvenes universitarios en general, el jocoso muchacho los incita a no amilanarse ante una dificultad y a cooperar siempre en las tareas orientadas desde la Universidad y fuera de ella.
“A los jóvenes les digo que no se cohíban ante la pandemia ni ante ninguna amenaza. Si todos cooperamos y mantenemos la mentalidad positiva de que pronto saldremos de esto, definitivamente podremos lograrlo”.
Hoy Mario Luis sueña con el reencuentro con sus compañeros y con frenesí espera que todo termine de la mejor manera posible para salir a celebrar con los que bien lo quieren.
Así piensa otro de los tantos jóvenes de nuestra Casa de Altos Estudios que combatieron en primera fila con un virus fuerte y silencioso, cuyas únicas armas fueron un nasobuco y el ímpetu de su juventud.
