Entrevista al Doctor en Ciencias Roberto Isbel Morejón Quintana, decano de la Facultad de Educación Media de la Universidad de Pinar del Río “Hermanos Saíz Montes de Oca”, quien ha realizado labores de higienización en los hospitales de campañas contra la Covid-19 en Pinar del Río
Por Elizabeth Colombé Frías
Un día de los años 80, Roberto Isbel Morejón Quintana supo que sus aspiraciones de pertenecer a las Fuerzas Armadas habían terminado para siempre. Estudiaba en la Escuela Militar “Camilo Cienfuegos” de Pinar del Río, cuando una lesión en las rodillas atestiguó la desaparición del futuro oficial y el punto limítrofe entre lógicas secretas y voces de mando. Entonces, optó por seguir a las otras pistas del camino que le permitieran entender lo que ya existe de otra manera.
Así, y quizás con la aspiración involuntaria de mantener el orden en las alteraciones de la realidad o por su afán de comprender el mundo de forma flexible o por su inclinación hacia la exactitud de mezclar sustancias o, tal vez, porque vive en una sociedad donde siempre todo ha estado mezclado: cultura, política, economía, religión…, llegó a la Licenciatura Química en el Instituto Superior Pedagógico “Rafael María de Mendive.”
Este zigzagueo de aspiraciones resultó contagioso y la dedicación a la enseñanza fue lo suficientemente profunda como para convertir su profesión en un triunfo estratégico por 26 años.
La mayor parte de la vida de Roberto Isbel va marcada por las cadencias de superaciones infinitas. Todo va en movimiento. El ahora decano de la Facultad de Educación Media, de la Universidad de Pinar del Río “Hermanos Saíz Montes de Oca”, creó un currículo con cargos, títulos y grados científicos: jefe de cátedra en la Escuela Militar “Camilo Cienfuegos”, metodólogo provincial, jefe de departamento, vicedecano de Investigación y Posgrado en diferentes momentos, decano, miembro del Consejo Científico Ramal de la Facultad, de la Universidad y de la comisión de Grado Científico… En el 2002 Máster en Ciencias en la Universidad de La Habana, en 2013 Doctor en Ciencias Pedagógicas y en 2020 Profesor Titular.
Todos ellos como un despliegue abundante de tropas de infantería. Cada etapa, comenta, representa un ejercicio de preparación que “te deja en mejores condiciones para gestionar todos los procesos que dirigimos y, sobre todo, para impartir la docencia en pregrado y posgrado”.
Roberto Isbel tiene hoy 49 años y se reprocha el poco tiempo que le dedica a su familia mientras sobrevive a la faena en el Hospital Provincial Abel Santamaría, donde realiza labores de higienización entre enfermos de Covid-19 junto a un grupo de profesores y estudiantes de la Facultad que dirige, rememora sus mayores retos profesionales.
Estas labores han sido puestas en pausa, pues su zona de residencia fue puesta en cuarentena. Pero la fecha para retomarlas está fijada y no se hará esperar.
Según recalca su principal exigencia es intentar “ser ejemplo en todo momento, el espejo donde cada subordinado se mire”, y así retorna a un viejo concepto en ocasiones aislado como una anomalía por las estructuras de poder: hacer cumplir sin burocracia.
Lejos de su rutina, entre los causes monotemáticos de símbolos y ecuaciones, asegura que “ha sido una ardua labor. El trabajo en el hospital es físicamente duro, pero ahí está nuestra gente y eso me hace sentir con mucho orgullo porque poco a poco todo va saliendo. Estos son momentos de hacer y nuestros estudiantes y profesores han hecho”.
Son las cinco de la tarde de un inusual miércoles de noviembre donde todo parece una inextricable. Roberto Isbel se siente cansado. El trabajo dejó de ser esa experiencia estática entre las paredes del conocimiento para reconvertirse a un esfuerzo casi extenuante y habitar en otro lado, ahí donde ahora es más útil.
