Entrevista a Ramón A. Jaime Infante, Doctor en Ciencias y Departamento de Informática, quien trabajó como voluntario en el Hospital de Campaña Hermanos Saíz
Por Edenia Abreu Hernández
Foto: tomada del perfil de Fb del entrevistado
El joven Dr. C Ramón A. Jaime Infante, profesor del Departamento de Informática y miembro del Buró del Partido de la Facultad de Ciencias Técnicas, accedió sin reparos ante el llamado de los cuadros de la Universidad de Pinar del Río “Hermanos Saíz Montes de Oca” para ayudar en las acciones de enfrentamiento a la Covid-19 en uno de los tres hospitales de campaña ubicados en la Casa de Altos Estudios vueltabajera.
En el Hospital de Campaña ubicado en la Sede Hermanos Saíz, Ramón Jaime se encargaba de coordinar y guiar al grupo de estudiantes y profesores, ocho en total, que allí laboró en las diferentes tareas asignadas, durante diez largos días.
“El grupo se volvió bastante unido y todos nos apoyábamos mucho para que el trabajo fluyera y que la estancia allí fuera la mejor posible en medio de condiciones diferentes para nosotros, que no estamos acostumbrados a realizar esas tareas y menos aún, en semejantes circunstancias”.
Sobre la experiencia de trabajo en un centro de aislamiento, cargado de contactos de casos positivos y todos con características diferentes, el profesor comentó:
“Allí había pacientes con un alto sentido de responsabilidad que trataban de cuidarnos como podían; resultaban ser muy colaborativos con el trabajo y tremendamente atentos con todos. Eran personas muy agradecidas y eso es algo bien bonito”.
“También estaba la otra cara de la moneda, donde había personas bien rigurosas y ásperas con las que había que ponerse duro y exigir el respeto debido para evitar un ambiente hostil. A un grupito de los pacientes que estaban ingresados allí, todo les parecía mal y trataban siempre de buscar conflicto, esos casos fueron bien difíciles de sobrellevar para nosotros, pero finalmente acabamos entendiéndolos y tolerándolos de la mejor forma posible”.
El recién estrenado Doctor en Ciencias recordó, en medio del intercambio, cómo se viven los temores desde el otro lado de la cinta roja que delimita la restricción del paso.
Su hermana, quien es doctora, le recordaba a diario la importancia de cuidarse y respetar con seriedad las medidas higiénico-sanitarias a seguir para evitar un posible contagio.
“Cuando comenté a mis conocidos que entraría a una Zona Roja me tomaron por loco; incluso cuando estás allí y tomas un segundo para descansar, las personas que pasan por la calle y te ven, te miran diferente y alarmados por la vestimenta que llevas puesta. Pero sinceramente, nada me importó, lo volvería a hacer si hiciera falta”.
De seguro en el recuerdo de este consagrado profesor quedará guardada la experiencia de laborar, en medio de una pandemia, en su habitual centro de trabajo; pero con la particularidad de que las aulas se convirtieron en cuartos y las tizas sustituidas por tiza por accesorios de limpieza y de protección.
“Para todos creo que fue una experiencia diferente. No nos formamos para ello y eso fue algo que nos jugó en contra a la hora, sobre todo, de la adaptación, porque fueron bastantes días encerrados allí, pero al final, la jornada resulta reconfortante al saber que cooperaste en algo tan importante”.
