Por Edenia Abreu Hernández
Por estos días, las últimas noticias que muestran el incremento de casos positivos, tensan cada día más esas cintas rojas que delimitan el aislamiento domiciliario y las Zonas Rojas en la ciudad de Pinar del Río.
El municipio, en fase de transmisión autóctona limitada, al presentar, en las últimas semanas, una tasa de incidencia por encima de lo estipulado para el territorio, amplifica cada vez más, la lista de las regiones de mayores niveles de transmisión en el país.
Actualmente y aunque cueste reconocerlo, con el pasar de los días los pinareños han bajado la percepción de riesgo ante la inminente presencia de la Covid-19. La nueva y absurda conducta de restarle importancia a la letal enfermedad debido a que ya es sabido por todos, debemos convivir con ella, choca fuertemente con el formidable esfuerzo de las autoridades y el personal de salud para contener la propagación en la más occidental de las provincias cubanas; hecho que para nada favorece el enfrentamiento a la pandemia en su momento más complicado.
Ante este complejo escenario epidemiológico, posiblemente el más difícil vivido en Pinar del Río, se siguen reforzando las restricciones ya conocidas y aplicadas anteriormente, todas, encaminadas a mantener el aislamiento social de manera que no se detenga la economía en el territorio.
Sin embargo, otras partes importantes de la vida si se detienen, como el ansiado curso escolar. Muchos se preguntan con qué conocimientos se graduarán aquellos a quienes les ha tocado estudiar a distancia debido a la pandemia, pero pocos entienden los hechos lamentables que llevan a restringir aún más aquello ya acorralado.
En este sentido es bueno recordar que, hacía menos de un mes, el municipio había comenzado a transitar por la deseada etapa de recuperación, y poco a poco se fueron retomando algunas de las actividades paralizadas, luego de haber estado en etapa epidémica hasta finales del mes de diciembre.
¿Qué conducta nos ha traído hasta aquí? Sería bueno que cada uno de nosotros se tomara tan solo unos minutos para reflexionar acerca de ello. Si estuvimos por un tiempo viviendo en la nueva normalidad, deberíamos ser capaces de volver a ella, pero, ese período, luce cada día más lejano para los pinareños.
Recuperemos esa conducta temeraria que teníamos al principio de la pandemia, pues es mejor temer para cuidarnos que despreocuparnos y contagiarnos. No nos confiemos en que iremos a mejor porque está próxima la vacuna o porque hay un nuevo laboratorio de biología molecular, al contrario; pensemos que, como mismo han colapsado los centros hospitalarios del mundo, pueden colapsar los de aquí y bien pueden agotarse los recursos indispensables para el tratamiento de la enfermedad.
Desde la distancia, juntemos esfuerzos y participemos todos en esta nueva batalla. Seamos capaces de cortar la transmisión asumiendo la conducta correcta.
