Por Elizabeth Colombé Frías
Desde el 29 de marzo de 2021, cuando comenzó como voluntario en la Zona Roja de la Sede Rafael María de Mendive por segunda vez, Jesús Abundio Uncal García, comprendió que lo más difícil de trabajar en el Hospital de Campaña sería atenuar las preocupaciones de familiares y amigos ante el riesgo de contagio por Covid-19.
«Escuchando las vivencias de los médicos y pacientes, el autocuidado y velar por la salud grupal es el antídoto más efectivo contra esta pandemia», destaca.
«Es una exigencia gratificante, me aporta conocimientos, prácticas y formas nuevas de hacer en condiciones insospechadas».
Desde el punto de vista humano ¿también se crece en la zona roja?
La convivencia nos integra, pero bajo estas circunstancias procuramos complementarnos para que la labores tengan calidad y los pacientes se sientan satisfechos con nuestros servicios. Crecemos en el número de amistades y crecemos como revolucionarios.
Ante un contexto epidemiológico tan complejo, ¿qué le aporta esta experiencia?
De esta experiencia saco la esperanza de ver una Cuba mejor, más unida y más sana.
¿Qué desecha?
La soledad, porque aún respetando el distanciamiento físico, confieso nunca haberme sentido solo.
¿Cómo definiría su paso por la Zona Roja de un Hospital de Campaña?
Como una escuela: por todo lo aprendido, por las relaciones establecidas y porque incluso intercambiando roles nos ha preparado para la vida venidera.
Creo que esta pandemia ha hecho propicio el pensar como país. Eso es lo más lindo que me llevo.
