Por: India Alejandra González Molina
Foto: Cortesía del entrevistado.
Graduarse y hacerlo con honores, es la recompensa final a años de mucho trabajo, y bien lo sabe el recién graduado en Derecho Javier Plasencia Echeverría, de la Universidad de Pinar del Río “Hermanos Saíz Montes de Oca”.
Mas estas palabras no van sobre sus méritos estudiantiles, son sobre aquellos que le mostraron el camino a seguir para alcanzar su sueño profesional, los que ya no son “profes” sino colegas.
Pero eso es un cambio nominal porque el cariño, la gratitud y el respeto seguirán ahí, “nos apoyaron cuando la luz del túnel se nos perdía, nos guiaron todo el tiempo, fueron ese bastón que nos permitía dar los pasos necesarios para lograr llegar al destino.”
“El camino era difícil, nosotros lo sabíamos, pero los profesores eran esa llama que lo iba aclarando todo, tuvieron la paciencia necesaria para explicar en los momentos más complejos que se vivieron. En las aulas virtuales nos hacían llegar su voz a través de audios que parecía que estábamos presentes en un turno de clase presencial, y al final de estos, el mensaje de: todo va a salir bien”.
Plasencia Echeverría tuvo la oportunidad durante sus cinco años de formación académica, de probar la dualidad estudiante-profesor por su condición de Alumno Ayudante, y de esa perspectiva aprendió que “aparejado a la palabra maestro están los términos: paciencia, amor, destreza, confianza, empeño, dedicación, superación”.
En el docente se aprende la teoría, la práctica y todo lo demás que en esa indisoluble relación interviene, y resulta indispensable para un buen desempeño laboral, sin embargo, hay lecciones que nos acompañan siempre, como la que le dejó la profesora que le decía “muchachos paciencia en polvo” y de la cual decidió no revelar nombre, pero reconoce que: “ciertamente ella no se equivoca”.
El 22 de diciembre es simplemente una excusa para homenajear a los que consagran su vida a forjar la de otros, pues no es la calificación, ni siquiera el libro o el contenido lo que da el valor al momento de aprender.
Depende mucho de quién dirija el proceso, y en ese tránsito nos muestren cómo disfrutar de eso que antes no sabíamos, en un final cargamos en nuestra memoria las lecciones académicas y personales, que con el paso de los años se convierten en excelentes historias.
Llegue a cada uno de los profesores la gratitud y merecidas felicitaciones, pues no importa la carrera o asignatura, asumir esa responsabilidad y cumplir con lo que implica es digno de admiración.