Por el MSc. LUIS PÉREZ GONZÁLEZ
Profesor Consultante y Miembro de la UNEAC
Ya mis lectores habituales estarían extrañados de que no apareciera en este sitio el acostumbrado artículo de mi autoría dedicado cada año al aniversario de nuestro Poeta Nacional Nicolás Guillén. Pues aquí lo tienen: esta vez para subrayar el carácter siempre actual y renovado de una obra poética que lejos de envejecer se fortalece con implicaciones y connotaciones que el propio contexto de la realidad social le va insuflando como evidencia de la validez del ejercicio de la extrapolación en el universo del proceso lector, y sobre todo, cuando se trata -como en este caso- de una robusta obra artística.Como apuntara Ángel Augier, uno de los más acuciosos investigadores y agudo crítico de la producción guilleniana, estamos en presencia de una poesía actuante que siempre tendrá qué hacer como vehículo de reflexión en la dimensión más humana y ética.Raigalmente cubano, sin desentenderse del panorama internacional, sus versos son como un estímulo movilizador que nos llama a ser ciudadanos activos y transformadores. En su proceso creativo lo importante era, por un lado, sostener ese tono de evocación y exhortación, y por el otro, romper con el orden retórico establecido, abrir una brecha y a través de ella encontrar nuevos caminos. Es, en definitiva, el reflejo de una concepción estética revolucionaria en contenido y forma.En ese sentido se habla mucho de un hacer vanguardista, pero con mesura, sin estridencias ni dislocamientos. Suficiente es su desdén por la métrica y la rima, así como sus elementos prosaístas en el empleo del lenguaje. Por encima de todo siempre sobresalió la naturalidad como medio de conseguir autenticidad.Por eso perdura, por eso a través del tiempo sus versos están ahí, acompañándonos, como “sui generis” testigo de la realidad nacional.El son, género musical para cantar y bailar, entonces en pleno florecimiento, como producto del mestizaje, asume acentos del folklore criollo y lúcidamente Guillén vislumbró sus tremendas posibilidades como molde rítmico de una poesía cubana distintiva. Eso explica muy bien la musicalidad de sus estrofas.Del costumbrismo caricaturesco y negrista de “Motivos de son” hasta la abierta denuncia social que encontramos con mucho filo en “La rueda dentada”, pletórica de fuerza vital, y en “El diario que a diario”, expresión de un enfoque satírico de gran eficacia. Estos dos últimos libros denotan una etapa de madurez incuestionable.Se trata de un itinerario marcado por estaciones que trazan momentos descollantes como es el caso de su monumental “Elegía a Jesús Menéndez” y el poema trascendental “Tengo” que da fe del radical cambio revolucionario.Poeta genuino que posee sus venas en las raíces de su pueblo, que se identifica de manera empática con este y deviene vocero de su sentir y sus proyectos de vida. Se afinca en la esperanza y mira con optimismo el futuro. Bastan estos versos como constatación de resistencia a prueba de tiempo: Fue largo el viaje y áspero el camino. Creció un árbol con sangre de mi herida. Canta desde él un pájaro a la vida. La mañana se anuncia con un trino.
