Por: Elizabeth Colombé Frías
Hace cuatro años que José Ricardo Falcón Ballart ha metamorfoseado su identidad y escribe su mérito con tinta de insomnio como quien disfruta del vértigo de deslizarse por el filo del abismo académico y coreografía del desorden.
En sus múltiples personalidades enumera las de presidente, secretario, artista, corresponsal y guerrillero cultural. «En ocasiones era muy difícil mantener el equilibrio», dice, «Antes, en el preuniversitario, era diferente», confiesa, «Mantenía buenas notas, pero hasta ahí».
La Universidad de Pinar del Río «Hermanos Saíz Montes de Oca» (UPR) operó en él esa alquimia casi improbable, ahí el teatro aficionado le dio voz, el huracán Ian le puso barro en las uñas («fui a San Luis a monitorear afectados») y los profesores le lanzaron al ruedo investigativo y, sin aviso, descubrió que ser estudiante en la UPR era, además, una mutación colectiva.
Entonces, en su relato, emergen los Juegos Guamá, esa simultaneidad de sudor, gritos y camaradería de trinchera estudiantil. «Eran los días que más disfrutaba», asegura, revelando el secreto mejor guardado del éxito: el placer es el pegamento invisible que une los fragmentos de una vida sobreexigida.
Aunque asevera que solo se trata de «disfrutar el proceso», habla del placer del nerviosismo en un festival de artistas, del golpe seco del balón en los Guamá, del silencio en una comunidad olvidada. «Esas experiencias no tienen comparación», sentencia, porque, en efecto, la auténtica educación ocurre en esos huecos del horario donde se cuece lo inesperado porque las mejores recompensas no caben en un diploma.
🗣️Cuando el Proyecto tiene barro en los zapatos
¿El emblema de su integralidad? Por un lado, el proyecto de «Herramientas metodológicas para la gestión pública…», por el otro, las Guerrillas «13 de Marzo» y los talleres de la Tarea Vida, donde la teoría se ponía botas y caminaba entre comunidades vulnerables. «No hay nada como sentir que estás ayudando», dice, y en esa frase el graduado integral sabe que los indicadores de impacto más valiosos son los que aparecen en los ojos de quien recibe ayuda.
🗣️Cómo la Universidad se convierte en Patria
Cuando describe su paso por la universidad, emplea la palabra «transformadora». Pero lo más revelador solo se aprecia al final: «Hice una familia». Ahí late el verdadero milagro de la UPR: convertir aulas en hogares, profesores en cómplices y compañeros en hermanos.
La Universidad fue ese «territorio de la afectividad» donde uno también cree hacia adentro, como un río que descubre su cauce.
José Ricardo Falcón Ballart sale del campus llevando la medalla y algo más valioso: las cicatrices invisibles de quien el tiempo no le ha alcanzado. Su historia confirma que el «mejor graduado integral» es aquel que aprendió a amar el viento que lo desequilibra y que más allá del sueño, atrapó algo mejor: las ansias por descubrir la vida entera.