Por Elizabeth Colombé Frías
Nathaly de la Caridad León Acosta, tiene 22 años, cursa cuarto de Derecho y cinco participaciones como voluntaria en la Zona Roja para pacientes positivos al COVID-19.Por casi doce meses la consagración matiza su estancia en el Hospital de Campaña de la sede Rafael María de Mendive de la Universidad de Pinar del Río, su labor allí la describe como riesgosa o muy riesgosa, para ser más precisos, auque afirma que es la mayor experiencia que ha vivido «y junto a mis compañeros se hace maravillosa».
¿Qué fue lo más difícil?
El trabajo es difícil, pero no imposible. Cada incursión en Zona Roja es muy diferente a las ya vividas. En lo personal, se generaliza el adaptarse una vez más a las condiciones de este tipo de centros, estar pendiente del cuidado de todos los miembros del equipo, extrañar a la familia.
¿Qué te satisface de la realización de estas tareas?
El agradecimiento de los pacientes, del personal de trabajo de la Universidad, del personal de salud, el orgullo de nuestra familia, de nuestros amigos, el conocer nuevas amistades, que ya se vuelven familia después de haber convivido tanto tiempo, y el resultado de llevarnos a casa la satisfacción del deber cumplido.
El trabajo como voluntaria, qué te ha aportado
Mayor respeto a la enfermedad, el saber lidiar con condiciones de trabajo duras que nos hacen mas fuertes como seres humanos, experiencias para el cuidado y tratamiento de la Covid-19, y la sabiduría de tratar con personas en situaciones de salud delicada, que todo el mundo merece un trato agradable y que los jóvenes debemos estar ahí, para nuestro pueblo.
¿Qué sacas de esta experiencia y qué desechas?
Me llevo el trabajo en equipo, la organización y armonía que debe predominar para que todo funcione, me llevo el quehacer de todos mis compañeros por lograr el esfuerzo, mi aniversario de cumpleaños 22, y los momentos divertidos que compartimos juntos, me llevo cada «gracias» de todo aquel paciente al que pudimos ayudar y atender, y sobre todo me llevo la sonrisa de los niños cuando nos veían llegar disfrazados como payasos.Desecho los malos tratos de algunos pacientes y las condiciones adversas.
¿Qué importancia le ves a la realización de estas tareas?
El inmenso apoyo que le prestamos al sistema de Salud de nuestro país, el agotamiento médico no puede ser eco para nuestro trabajo, el deber de estar ahí para nuestro pueblo, que en ocasiones puede tratarse hasta de nuestros familiares, por eso estuvimos, estamos y estaremos al pie de trabajo en estas tareas.
¿Cuál es su compromiso con la Universidad?
El Sí y el Corazón para lo que sea, tengo la dicha de contar con el apoyo de mi familia para este tipo de tarea, entrar a Zona Roja nos hace grandes, más grandes de los que son muchos de los que han hecho hasta lo mínimo por ayudar en estos tiempos, ejemplo indiscutible lo ha sido, sin dudas nuestra Universidad de Pinar del Río «Hermanos Saíz Montes de Oca»
En el ámbito personal, cómo viviste la labor de voluntaria.
A veces nostálgica, extraño a mi familia, mi madre, padre, hermana, sobrinos, cada videollamada que les hago las disfruto como nunca, y solloza les digo, <yo salgo pronto>.Sin embargo; recuerdo que ellos estan orgullosos de mí, incluso a los que ya no tengo que me miran desde el cielo, siempre me enseñaron a darlo todo por el buen hacer y seremos recompensados con bendiciones.
Dentro de unos años cómo rememorarás de esta etapa.
Oh, son muchas anécdotas. Recuerdo los niños con los que aun converso por vía telefónica, a los que disfrazados de payasos hicimos reír, bailar, cantar e incluso ver llorar de alegría a sus madres; el Aniversario 98 de la Federación Estudiantil Universitaria, celebrado acá en la Sede Mendive; mi cumpleaños número 22, del cual disfrute de muchas sorpresas; compartir uno de mis relevos con nuestro Rector de la Universidad de Pinar del Río, a quien le estoy muy agradecida por ese tiempo vivido y por lograr tanta familiaridad en nuestro grupo. De cada grupo de Zona Roja salen nuevos amigos, nuevas experiencias, nuevos «dicharachos» y hasta nuevos nombres para cada relevo, sin dudas, cada pedacito vivido será siempre una anécdota a contar.A todos los que hacen posible el trabajo en cada Centro de Aislamiento, ¡qué Dios los bendiga!
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