Por: Roberto Isabel Morejón Quintana vicerrector primero de la Universidad de Pinar del Río
Inspirado en la inmensa obra que desarrollan por el bien de Cuba, desentrañando el difícil arte de educar la personalidad de cada niño, adolescente y joven para formarlos, de conjunto con la familia, en personas de bien para la sociedad, les felicito y plasmo estas sencillas, pero sentidas palabras, en retribución a su trascendental e insustituible labor:
– Porque un buen Educador vive siempre en el corazón de sus estudiantes;
– Porque un Educador toma la mano de su alumno, abre su mente y toca su corazón;
– Porque lo que un Educador formula en su pizarra de clases, fruto de su constancia y entrega a su profesión, nunca puede ser borrado de la vida de sus estudiantes;
– Porque educar la personalidad de nuestros estudiantes es un acto de inmortalidad que trasciende nuestras esencias;
– Porque es a través del Educador que se abren y amplían las ventanas para interpretar el mundo;
– Porque los Educadores pueden modificar, para bien, la vida de cada estudiante desde la fuerza de la palabra que impone el conocimiento, su entrega y dedicación;
– Porque no existe algo más cercano al amor que nos profesan nuestros padres que la pasión y entrega de cada Educador;
– Porque simplemente no existe vida futura sin tu inmensa obra, Educador.
«Ser maestro significa ante todo serlo en todos los órdenes de la vida. La vinculación de la palabra con la acción, de las convicciones con la conducta es la base del prestigio moral del educador. Solo puede educar el que es ejemplo”.