Entrevista realizada a Julio Emilio Morejón Pérez, estudiante de la Facultad Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Pinar del Río, por su labor en el combate a la Covid-19
Por Geidy Díaz Crespo e India Alejandra González Molina
“Ayudar al que lo necesita no solo es parte del deber, sino de la felicidad”
José Martí
Julio Emilio Morejón Pérez, cursa el primer año de la carrera Lenguas Extranjeras en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Pinar del Río, y es uno de los tantos jóvenes que, en el 2020, encontró sentidos en velar por la salud y bienestar de los demás.
Con la llegada de los primeros casos de la COVID 19 al país, una pregunta sobrevolaba como idea fija: “¿Qué puedo hacer para mitigar los daños que esta pandemia impone al país”?
Descanso, televisión y redes sociales han sido desplazados, desde marzo, por varios encargos. Fue mensajero en su Consejo Popular, llevando comida, medicamentos y productos de primera necesidad hasta los hogares de los más vulnerables, integró el Grupo Temporal de Trabajo del municipio cabecera para el enfrentamiento a los coleros, revendedores y acaparadores, estuvo en la comitiva que llegó hasta las playas en pleno verano para velar por la disciplina en el cumplimiento de las medidas higiénicos sanitarias y el necesario distanciamiento social, además de participar en cuanto trabajo productivo se le convocó en el barrio.
Cuando ya comenzaba a incorporarse a su dinámica de clases, llega el actual rebrote y, al declararse la fase de transmisión autóctona limitada, fue de los primeros en alistarse al Contingente Hermanos Saíz Montes de Oca, integrado por más de 80 jóvenes de las diferentes facultades de la casa de altos estudios, y el cual tiene como fin apoyar en las tareas que tengan que ver con el enfrentamiento a la pandemia.
En esta nueva tarea, encuentra por vez primera la resistencia de su familia. La misión actual implica la convivencia, a tiempo completo, con los contactos directos de los positivos confirmados en el Hospital de Campaña emplazado en la Sede pedagógica Rafael María de Mendive.
Miedo fue la reacción inmediata en la casa, con la razón de que se exponía al contagio, al tiempo que arriesgaba a su hermana pequeña y abuela, exponentes de los grupos más sensibles al virus.
Sin embargo, nos cuenta:
“Mis padres comprendieron, aunque la preocupación no desaparece y me exigen reportes cada cinco minutos; no obstante, me apoyan en la decisión, y saben que cuento con el apoyo de otros estudiantes de la Universidad, de las facultades de Enseñanza Media y Educación Infantil”.
Pedro José, Abdel, Adriel, Carlos Ariel, Eilyn y Belkis hacen, junto a Julio Emilio, vida interna en el Hospital de Campaña. Siete jóvenes universitarios que cambiaron sus ropas por los trajes de protección.
Las máscaras los hacen casi identificables, pero lo que les importa es que desayuno, almuerzo, meriendas y comidas lleguen en tiempo a su destino, siempre con frases de aliento en las bandejas.
Limpian baños, pasillos, habitaciones, higienizan superficies y organizan un eficiente servicio de mensajería dentro del centro, que brinda atención a 125 ingresados.
Julio Emilio apenas tiene tiempo de encender sus datos móviles, y en el estado de WhatsApp, tarde cada noche, deja un mensaje de tranquilidad para sus familiares y amigos:
“No tengo tiempo de ver el teléfono. Estoy trabajando mucho, pero muy bien”.
Intensas jornadas le deja, como principal experiencia, la de poner a prueba su capacidad para tratar con personas diversas. A pesar de la situación tensa por la que atraviesan, en espera de resultados del PCR, valoran y agradecen, con gestos y palabras, el trabajo de los siete muchachos que andan, a todoterreno, por los pasillos de la sede pedagógica.Inolvidable para él será el vínculo creado en la atención a los niños que se encuentran aislados.
Sobre ellos nos narra:
“Los hay desde ocho meses hasta seis años. A los mayores, les hablamos de la importancia de las medidas sanitarias y les enseñamos a usar el nasobuco. Siempre nos agradecen con sonrisas y esa es la mayor compensación a nuestro esfuerzo”
En estos meses, este cristiano bautista y presidente de la FEU de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades, ha reafirmado la valía de la juventud cubana, dispuesta a adaptarse a las exigencias de su tiempo.
“En esta etapa, muchos se incorporaron al Contingente, de manera que la Universidad no cerró, sino que se transformó y sus estudiantes cambiaron los libros, libretas y apuntes por cualquier otro instrumento que ha hecho falta manejar”,
dijo
En su balance personal, siente que lo vivido, en su primer año como universitario, dejará marcas imborrables para su madurez como profesional, patriota y ser humano.
“He aprendido a tener control ante situaciones difíciles, tomar conciencia de la importancia de protegernos para cuidar a los demás y de ser disciplinados con los protocolos que se orientan”,
comentó
Cuando todo pase, Julio Emilio volverá a la vida de estudiante, mochila al hombro, a desandar los pasillos de la Sede Mendive entre risas, anécdotas y abrazos, con el apuro de siempre por entrar a clase, sin traje protector, pero con una visión diferente.
(tomado de la página de Facebook de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Pinar del Río «Hermanos Saíz Montes de Oca»)