Entrevista a Maidelys Rosa Ojeda Cosme, profesora del centro universitario Municipal de Sandino, quien trabaja como mensajera voluntaria en el caso urbano de ese municipio pinareño desde que se decretó en cuarentena e octubre
Por Analeida Puerto Iglesias
Aún hay quien discrimina a una persona por ser mujer. ¡Si supieran cuánta fuerza, carácter y resistencia hay dentro de cada mujer! Sin embargo, la rutina del día a día las opaca; pero basta con enfrentarse a una situación que lo amerite, salen a relucir. Y en ocasiones a dejar boquiabiertos a aquellos o aquellas que la desestimaron solo por ser mujer.
La compleja situación epidemiológica provocada por la Covid-19 que ha llevado al asilamiento físico y social, a cambiar rutinas de trabajo y vida, a lidiar con el temor al contagio de una peligrosa enfermedad es de esos momentos en los que muchas féminas se han crecido. Así lo demuestran cuatro valientes mujeres, profesoras del Centro Universitario Municipal (CUM) de Sandino, adscrito a la Universidad de Pinar del Río “Hermanos Saíz Montes de Oca” (UPR).
María de las Nieves, Tamara, Liuba y Maidalys, cual marianas del siglo XXI, actualmente se desempeñan como mensajeras voluntarias en sus lugares de residencia en el perímetro urbano del municipio pinareño de Sandino, con el propósito de garantizar la entrega de productos básicos a los habitantes de la localidad. Todas asumieron la tarea desde los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), con sus delegados y presidentes.
Hoy tengo el enorme placer de compartir con ustedes algunas de las opiniones de una de estas valerosas mujeres.
“Todos los días me levanto y le pido a Dios que no me contagie porque tengo dos niños y mis padres, que también viven conmigo, tienen 70 años. Mi mamá es asmática y mi papá es hipertenso y diabético. Yo me cuido mucho porque no puedo traer el virus a casa, pero quiero y necesito ayudar en la medida de mis posibilidades en la lucha contra la Covid-19 que libra mi municipio”,
explica Maidelys Rosa Ojeda Cosme, quien es la Jefa del Departamento de la carrera Licenciatura en Gestión Sociocultural para el Desarrollo en el CUM y atiende ocho familias como mensajera.
Sandino se encuentra en cuarentena desde el 28 de octubre pasado por el alto número casos diagnosticados de Covid-19.
A pesar del riesgo a que se expone, la familia de Maidelys Rosa no la retiene; sino todo lo contrario: la animan y colaboran en el cumplimiento del protocolo de desinfección al llegar a casa.
“Mis padres se lo tomaron bien, pues hice lo que siempre ellos me enseñaron: dar el paso al frente ante las tareas que me convoquen por el bienestar de la sociedad donde vivo. A los niños les expliqué el porqué de lo que haría, para que entendieran que, a pesar del riesgo, tenía que ayudar a quienes no podían salir de sus casas y había que proporcionarle los alimentos y productos básicos para pasar esta etapa.”
El miedo, por otra parte, no es una palabra empleada en los 30 minutos de conversación con Maidelys Rosa:
“No tengo miedo. Cumplo con las medidas higiénico-sanitarias. Ando con mi hipoclorito. Me cambio periódicamente de nasobuco. Al llegar a casa, me hecho hipoclorito, me lavo bien las manos, me desinfecto los zapatos, me quito la ropa y tomo un baño.”
Cambiar los planes de clases, la tiza y el borrador por una bicicleta llena de bolsas de mandados de otras personas no es para cualquiera. Solo aquellos que son verdaderos revolucionarios, con sentido del momento histórico, lo logran.
“La mensajería no es tarea fácil. Es muy agotadora. Es servir al prójimo bajo lluvia, sol y sereno, todos los días de la semana.”
Sin embargo, el agradecimiento de muchos vecinos es gratificante, “que ellos se den cuenta de que me estoy exponiendo a la posibilidad de contagiarme con la enfermedad por llevarles a todos sus productos básicos a la casa porque hay niños, ancianos, enfermos es reconfortante”, así comenta Maidelys.
Para Maidelys aquel martes lluvioso a causa de la cercanía al territorio de Pinar del Río de la tormenta tropical Eta será inolvidable.
“En todos estos días de mensajería, el que más me ha marcado fue el martes de la semana que pasó Eta. La tormenta tropical estaba debajo de Sandino, desde la madrugada llovía mucho y había vientos fuertes, y así tuve que salir por la mañana, con capa porque no se podía abrir la sombrilla por el aire, a comprarle a las familias.
Ese día no se me olvida porque no recuerdo la última vez que me había mojado tanto con agua de lluvia. Y todo para no perder los productos de las familias que tengo bajo mi responsabilidad.”
¡Cuánta fuerza, carácter y resistencia hay dentro de una sola fémina que cuida de su familia; pero también de sus vecinos!
“Si no lo hacía, nadie lo iba a hacer ¡y alguien lo tenía que hacer! Yo no soy de quedarme sentada a esperar a que me traigan las cosas. Además es una situación excepcional y tenemos que ayudarnos todos a tratar de salir de esto lo mejor y más rápido posible.”
Asi son las mujeres del CUM de Sandino,dispuestas a cumplir con responsabilidad y entusiamo las tareas que nos asignen.