Por Dr. C Javier Reyes Hernández, Psicólogo, Especialista en temas de Psicología Laboral y de las Organizaciones, profesor en la Universidad de Pinar del Río «Hermanos Saíz Montes de Oca» (reyeshernandezjavier@gmail.com)
Todo se ha vuelto muy raro. Nuestros modos de relacionarnos, de dialogar, de mostrar afecto, de ser empáticos, de disfrutar y de trabajar, han cambiado. Hemos tenido que recurrir a una capacidad adaptativa maratónica. En las organizaciones, las agendas se aplazan, los compromisos se cancelan y las prioridades pasaron a ser otras.
Por estos días todas las instituciones, organismos y empresas han tenido que sepultar los planes estratégicos, la Matriz DAFO y cualquier otro documento que acredite el bien-hacer y el bien-estar de sus trabajadores. Una urgencia vino a interferir las rutinas laborales cotidianas, muchas personas “imprescindibles” en sus puestos, ahora deben quedarse tranquilos, en su micro mundo familiar, tejiendo otras historias, de otra naturaleza, menos exigentes, pero más necesarias. En cambio, otros roles, invisibilizados para muchos, pasaron a ser protagonistas, merecedores del reconocimiento más elevado, porque las personas que los asumen, sus esfuerzos y sus compromisos, son el principal frente de lucha.
Pero, ¿y los jefes qué? ¿cómo deben asumir este momento tan trascendental? ¿cómo impacta en el ejercicio de la dirección, una alteración tan dramática e inesperada de las dinámicas laborales que dirige? ¿qué tipo de liderazgo se necesita en tiempos de crisis?
En primer lugar, apelo a que los directivos reconozcan a profundidad el impacto social, económico, político y cultural que tiene esta pandemia y, por tanto, valoren el nivel de prioridad que tiene la institución que dirige. Muy sencillo, si de mí depende que la gente se salve, que la gente se cuide, o que la gente coma, yo estoy en la primera línea de batalla, y esto tiene un gran significado.
Los directivos deben saber que los trabajadores tenemos miedo, incluso ellos también tienen miedo, y esto provoca múltiples reacciones. Creo que más que evitarlo, lo importante es comprenderlo, de esa manera se podrá gestionar mejor el miedo y actuar con mayor responsabilidad.
Es necesario en este momento de crisis que las organizaciones desarrollen su capacidad de resiliencia, es decir, con los recursos y el personal que cuentan, reinventar su modo de funcionamiento, explorando mecanismos de elevada flexibilidad. Hay ejemplos de instituciones que lo han logrado con mucho éxito: la gastronomía, los centros educativos, entre otros.
Se debe procurar generar un ambiente de mayor camaradería entre las personas, que garantice buenas prácticas de cooperación y un mejor trabajo en equipo. En circunstancias excepcionales, es un imperativo estimular la iniciativa y la creatividad de todos en función de que la tarea salga a tiempo y con la calidad requerida.
Los tiempos que corren son de elevada flexibilidad en las dinámicas laborales y de un compromiso ético con el fortalecimiento de una responsabilidad ciudadana, que ante esta pandemia, se erige como el principal antídoto.