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Comentario Cuba Cultura

Cultura y Nación

Escrito por dcom

Por: MSc. Luis Pérez González

Ante la proximidad del 20 de Octubre siempre algunas reflexiones desde lo epistemológico resultan muy esclarecedoras. Aunque la presencia de la conjunción copulativa “y” en el título anterior nos connote una cierta adición no se trata en modo alguno de dos conceptos independientes, sino todo lo contrario: correlativos.

Y lo decimos, porque son procesos que en feliz simbiosis se van entrelazando con el devenir histórico, a tal punto que imperceptiblemente se van confundiendo en uno solo y que transcurren de manera única, hasta irrepetible, diríamos sin intenciones anticipatorias riesgosas. A tal punto se produce esta fusión que pudiéramos afirmar a la usanza de estos tiempos que “cultura es nación”.

La dimensión desde la que entendemos el término “cultura” es, desde luego, la que acuñara en más de una ocasión uno de los intelectuales más orgánicos y preclaros de la Cuba revolucionaria: me refiero a Armando Hart, quien la definiera, sin muchos vericuetos, como huella material y espiritual. La impronta que representó esta concepción fue muy importante para el sentido incluyente que debe prevalecer, es decir, nunca limitada o restringida al arte y la literatura. Pienso que presupone, entonces, toda intervención del hombre en cualquier esfera o ámbito de su desempeño.

El Día de la Cultura Cubana evoca un acontecimiento singular: el momento en que se entonara por vez primera el Himno de Bayamo devenido nuestro Himno Nacional. Tiene que ver, como se aprecia, con uno de nuestros símbolos patrios, junto al escudo y la bandera. Los tres nos han acompañado en cada escenario y circunstancia trascendente, los tres son esencia misma de la cubanidad.

Esa cubanidad es la que nos distingue en el mundo entero y nos presenta con una identidad muy propia e inconfundible. Somos y actuamos en consonancia con ese sincretismo tan auténtico y fecundo, en el cual dos componentes fundamentales -el hispano y el africano- nos inyectan vida: cuerpo y alma en una Isla verde y rebelde.

Saber quiénes somos y de dónde venimos constituye la garantía de mantener el rumbo, sin perder las raíces, las tradiciones y los paradigmas, porque de otra forma nos convertiríamos en un pueblo incoloro y difuso. No perderemos nuestro rico son, no dejaremos de disfrutar nuestro apetitoso ajiaco, ni nos avergonzamos del bullicio de calles y barrios, como tampoco de la gestualidad a veces exagerada.

Un pueblo amable, hospitalario, sensible y solidario, que vive orgulloso de su pasado y presente, y que construye su futuro con una dignidad que ningún “gigante de siete leguas” podrá frenar jamás. Un pueblo así tiene la senda abierta, tiene todo el derecho de ser pleno y soberano.

Defender nuestra cultura es defender la Revolución, porque no hay expresión cultural más importante que ella misma. Prefiero terminar estas reflexiones con la voz del poeta:

Ser: constancia plena

Tocar en firme

Y sentir en verdadero…

                                     Sergio Saíz Montes de Oca

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