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Comentario Efemérides Pinar del Río

Hablemos de la “pinareñidad”

Escrito por dcom

Por MSc. Luis Pérez GonzálezProfesor Consultante de la UPR y Miembro de la Uneac

Ante el aniversario que hoy celebramos una interrogante asoma su rostro: ¿qué es una ciudad? Frente a la difícil polémica que implicaría cualquier respuesta, al menos existe coincidencia en que tal concepto no solo toma como referentes a los aparentemente testigos mudos del espacio físico con sus características urbanísticas y arquitectónicas, sino también –y de manera muy singular– su gente, sus ciudadanos.

Se me antoja decirlo más claramente: sus edificaciones y calles, junto a sus pobladores, que le imprimen definitivamente un sello único e irrepetible. Una y otra vez tenemos que retomar a Martí cuando exigía: “Hagamos la historia de nosotros mismos, mirándonos en el alma; y la de los demás, viendo en sus hechos”.

Estamos entonces aproximándonos a algo tan serio y responsable como la identidad, es decir, aquello que nos tipifica e identifica. Si se acepta el neologismo: es la pinareñidad. Hablar de Pinar del Río es hablar del pinareño. Por eso todo lo que podemos hacer por esta ciudad lo estamos haciendo para el bien público.

El pinareño es sencillo, hospitalario, solidario. Es honesto y sincero. Quizás, a veces, un poco inhibido y aparentemente menos expresivo en sus reacciones y conductas, en contraste con los nacidos en el Oriente del país. Pero sobre todo muy laborioso y responsable.

De nuestros campos y, especialmente, de las características propias de la labor tabacalera, le viene esa proverbial perseverancia, esa paciente consagración y constancia en cualquier tarea; esa voluntad inquebrantable e indoblegable. Tal vez menos alardoso y más comedido, pero muy seguro de sí. Así somos y así nos proyectamos socialmente. Valdría solo un breve bosquejo histórico para avalar estas afirmaciones sin cuestionamientos de ninguna índole.

Esta ciudad no es la “de los parques”, ni la “de los puentes”; no es tampoco la “de los tinajones”, sin embargo, sí es la que lleva de manera indeleble la marca distintiva del estilo ecléctico, la de los portales corridos y la diversidad en sus columnas: es la del Palacio Guash y el parque de “El Mudo”, la del río Guamá y la guayabita, la de Rumayor y La Conchita, la del Milanés y las Escogidas, la de El Globo y el Vueltabajo…Pero, por qué no, también, es la ciudad de Pedro Junco y su “Nosotros”; la de Nersys Felipe y la de tantos valores más en la cultura artística y literaria.

Es la ciudad que supo aportar a la gesta del Moncada y al asalto a Palacio. Ella se abre, ante los ojos del visitante, con su incomparable malecón sin agua, e imperceptiblemente lo va atrayendo como en línea recta por su arteria principal que honra al Apóstol.

Es nuestra ciudad, la que hoy cumple 155 años de ser reconocida como tal por la Corona española, fecha sin dudas de carácter fundacional. Y ese sano orgullo de “ser pinareño” se transmite de generación en generación.

Entonces, queridos lectores, el neologismo que fue empleado en el título de este breve comentario queda plenamente justificado: la pinareñidad, o lo que es igual, el sentido de identidad y de pertenencia por nuestra Patria Chica. Cuidémosla y amémosla. Eso es civilidad.

¡Feliz cumpleaños, PINAR!

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