Por Elizabeth Colombé Frías
Jorge Alberto Lozano ha decidido no abandonar nunca la docencia. Tenía 28 años cuando empezó en la Universidad de Pinar del Río “Hermanos Saíz Montes de Oca” (UPR) y desde entonces, lo que más le satisface de su profesión, es admirar cuánto aportan al desarrollo del país los alumnos que formó por casi tres décadas.
Lozano: profesor auxiliar, investigador, especialista en Alimentación y Manejo del ganado bovino, con premios nacionales y de la Academia de Ciencias de Cuba, Máster en Agroecología y Agricultura sostenible y Director de Formación de Pregrado de la UPR llegó al magisterio por azar.
“Mi mamá quería un médico. Mi papá ya era maestro”.
Era la década de los ochenta y Cuba unía sus sueños de progreso económico a los derroteros políticos de la Unión de Repúblicas Socialistas, las oportunidades, por aquella época, parecían no tener límites.
Por ese entonces Lozano se mostraba escéptico y mientras era estudiante de la Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Federico Engels manejaba una lista de posibilidades para su futuro, pero llegó su tercera opción: Ingeniería en Zootecnia.
Allí, en la ciudad de Stara Zagora, Bulgaria, sin convertir los anhelos en frustraciones, aprendió el idioma esperanto y a depender de su estipendio para pagarse el desayuno, el almuerzo, la comida; comprar los libros, libretas, todo… pero revela convencido que “estar lejos de la familia tan joven requiere de fuerza y preparación. Me hice más independiente”.
Un día de 1988, después de cinco años, regresó, y satisfecho con el camino recién adquirido, pasó, el servicio social en la Empresa Pecuaria Calixto García, en Holguín y cursó una especialidad de postgrado en el Instituto de Ciencia Animal en San José de las Lajas; según destaca, su segunda universidad.
Fue mientras atendía la práctica laboral de estudiantes de Agronomía cuando la idea de la docencia le empezó a gustar, por ese entonces trabajaba en la Empresa Pecuaria Genética Camilo Cienfuegos y según rememora “con mucha preparación me categoricé. Después opté por una plaza en la Universidad y logré ocuparla”.
Lozano sabe del poder que le otorga el magisterio, como la fama a los actores, los músicos o los políticos: en la cola del pan, en la mesa de las elecciones, dirigiendo una empresa, en el aula de postgrado, cuando camina por la calle… “donde menos me imagino un graduado me muestra su afecto y cariño. Eso es lo más importante, que recuerden su centro de estudio, a sus profesores…”
Otra de sus grandes pasiones es la investigación, porque reconoce “la necesidad de estar actualizado para llevar al aula los avances de la ciencia y la tecnología del mundo, de Cuba y de Pinar del Río”; pero, en el Curso Diurno y por Encuentros, a primer o último turno de la mañana o la tarde continúa con las clases.
“Eso me hace sentir muy útil, más joven y más preparado.”
Aunque sus mayores retos profesionales consistieron en dirigir la Unidad Docente Camilo Cienfuegos, la Sede Universitaria de Pinar del Río y “por supuesto la Formación de Pregrado”, por estos tiempos, Lozano, combina con la enseñanza y los cargos de dirección que ocupa desde 1994, con labores de higiene en los dos hospitales de campaña para enfermos con Covid- 19 en la Sede Mendive de la Universidad de Pinar del Río.
“Somos muchos colaboradores, un equipo del Centro de Idiomas, el departamento de Historia y Formación Pedagógica, la Dirección de Formación…Allí realizamos tareas como la mensajería de zona verde a roja y la limpieza de las áreas”.
A los 55 años, casi 56, a Jorge Lozano, además de impartir clases en la carrera de Agronomía, le gusta leer, ver series televisivas, viajar, conocer personas, cocinar, dedicarle tiempo a su madre y en las tardes, caminar por la autopista con su amiga Deysi.
Lozano tenía otros sueños, quimeras de juventud, pero hace cerca de tres décadas la relación con el magisterio es pasión visceral, y sin detenerse a pensar que las decisiones del azar también juegan a nuestro favor como una aproximación a la realidad, permanece satisfecho con su futuro entre los pizarrones del aula.
No se engaña, su mayor logro, según dice, es ser útil “a la sociedad cubana, a mi país, a mi Universidad”.